"El capellán de un colegio realizaba un sencillo examen a las niñas que iban a recibir sacramentalmente al Señor por vez primera.
Les preguntaba si sabían la comunión espiritual, una oración dirigida a fomentar los deseos de recibir a Jesús Sacramentado que dice así:
-Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y el fervor de los santos.
La niña interpelada cometió un delicioso error y dijo:
-Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y emoción con que...
También nosotros debiéramos emocionarnos alguna vez, al menos, al recibir a Jesús, al contemplarlo en la Custodia o en el Sagrario."
Francisco Fernández Carvajal, en "Quédate conmigo. Vivir de la Eucaristía", Palabra, 2005