La comunión de los santos hace posible la ayuda de los cristianos entre sí, especialmente a través de la oración y el sacrificio. Entre los que aún estamos en la tierra, con los que han muerto en la gracia y la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, permanecen en el Purgatorio, y con los que ya gozan de la visión de Dios en el Cielo.
La oración por las benditas almas del Purgatorio ha sido siempre una realidad en la Iglesia. Está presente en diversas expresiones litúrgicas y es constante su manifestación en el arte religioso. También hay numerosos testimonios de favores obtenidos por su intercesión a quienes les ayudaron a llegar al Cielo.
Catecismo de la Iglesia Católica: Artículo “Creo en la vida eterna"
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