En el siglo XVII era costumbre prestar el manto de la Virgen del Pilar a los enfermos, además de hacer la función de vestir la columna. De esta forma se sentían acompañados por Ella, en esos momentos de tribulación. Este hecho cobró fama, provocando que cada vez se hiciera más difícil atender a todos los que solicitaban el servicio.
Entre 1941 y 1983 se confeccionaron varios mantos para tales fines, usados previamente por la Virgen. Pero fue tal la demanda de estos mantos por los devotos de Nuestra Señora, tanto de Zaragoza como del resto de España y extranjero, que se quedaron insuficientes.
En las ultimas décadas se crearon las llamadas «Medidas de la Virgen del Pilar», unas cintas de tela que se pueden adquirir únicamente en la Catedral-Basílica del Pilar de Zaragoza y cuya longitud es la medida exacta de la imagen de la Virgen, que desempeñan la misma función de recordar la entrañable presencia y el patrocinio de Nuestra Señora a quienes las llevan consigo.
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